El TIN TIN

El diablo es conocido con diversos nombres: Tintín, El Duende, El Malo, y Diablo. Se manifiesta por toda la región costera, en lugares solitarios y en momentos inesperados. Se dice que seduce o ataca a las mujeres, dejándolas embarazadas, y a veces engendran criaturas extrañas, mitad hombres, mitad animales. También asusta tanto a niños como a adultos, especialmente por la noche, jalándoles de las piernas y tratando de llevárselos, según Peli Gotisolo en su obra «El montubio. Hombre de pensamiento mítico» (Quito, 1998).

Una testigo, la señora Julia, relata haber visto al diablo montado en un caballo negro, con sombrero y capa del mismo color, cubriendo su rostro. Un día, este ser casi se llevó a su esposo, un hombre chino, cuando escuchó su llamado. Al girarse, vio dos llamas que lo arrastraban, pero al ser vista, el diablo desapareció.

En Palenque, la aparición del Tintín se asoció a un misterioso jinete que cabalgaba en las noches, coincidiendo con la enfermedad del padre de una autoridad local, quien supuestamente había hecho un pacto con el Diablo. Con su partida a Guayaquil, cesó el ruido de los cascos.

Esta leyenda montubia también encubría temas tabúes como el incesto, según la historiadora Jenny Estrada, pues las jóvenes, al quedarse en casa, eran vulnerables a los hombres de la familia. En la tradición popular, el Tintín es descrito como un enano con un sombrero descomunal, pies torcidos y un miembro viril exageradamente largo, que arrastra por el suelo mientras emite un lúgubre silbido.

Acecha a las mujeres, casadas o solteras, hipnotizándolas para poseerlas carnalmente. Cuando se enamora, sale por las noches desde su cueva, llevando una piedra imán en un mate, que coloca bajo las escaleras para hacer dormir a toda la casa.

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